|
ANTES
DE CHAVIN:
LOS CONDORES Y LA GALGADA
PETROGLIFOS COMO TEXTOS GRAFICOS
Por:
Alberto Bueno Mendoza
Localización
Pallasca es la provincia altoandina más septentrional del departamento
de Ancash, perteneciente a la vertiente occidental de los Andes del
norte peruano. Esta región de los Andes está compuesta
por rocas intrusivas y extrusivas, formando en conjunto un extenso
batolito con buzamientos esporádicos de sedimentos cretácicos.
La morfología de sus relieves se caracteriza por fallamientos
tectónicos cortos, bloques rotos por diaclasas que se
desplazan hacia abajo, filones rocosos meteorizados, perfiles de roca
sedimentarias estratificadas en pliegues de buzamientos inclinados,
lentes carbonosos antrácticos, laderas semi-verticales y faldas
bajas oblicuas de acumulación al pie del monte. Tales acumulaciones
conforman depósitos detríficos con pesos y granulometría
variada, encontrándose piedras de cerro, cascajo, rocas de
diverso tamaño, arenas y arcillas, frecuentemente de inclinación
moderada, existiendo evidencias de deslizamientosemporales en concierto
a las precipitaciones pluviales de estación.
El fondo bajo del cañón se encuentra a 1,100 metros
sobre el nivel del mar, mientras que sus altas cumbres conformantes
alcanzan altitudes entre 2,500 a 4,000 metros de verticalidad. Por
tanto, la caída de bloques rocosos, ya sea por gravedad o deslizamientos
aluviales, son eventos geoclimáticos normales evidentes en
las pendientes inmediatamente inferiores a los cerros en toda la longitud
del cañón. La gente, los mineros y viajeros los conocen
por los nombres de "graneros" o sectores con derrumbes de
"galgas ", de allí el topónimo de La Galgada
para el área que estudiamos.
Los sitios precerámicos y aquellos con petroglifos están
situados hacia los 78°09 '00'' Longitud Oeste y 08°28 '30
'' de Latitud Sur, a una altitud de 1,100 metros sobre el nivel
del mar, igual que el sector del cañón; se ubica un
sitio en cada banda del río, siendo la margen derecha (provincia
de Santiago de Chuco) la zona donde descubrimos a Los Cóndores
y en diagonal hacia la izquierda encontramos al sitio de La Galgada
(provincia de Pallasca), segunda zona de petroglifos en el cañón.
El cañón sirve de lindero entre las provincias de Pallasca
(Ancash) y Santiago de Chuco (La Libertad). En ambas márgenes
estamos estudiando los sitios arqueológicos precerámicos,
incluídas las dos zonas con petroglifos.
La fisiografía del cañón es desértica
y algunos trayectos sólo tienen la profundidad del río;
la carretera que le otorga acceso carrozable ha sido construida directamente
en la gradiente de los cerros. La falta de vegetación contribuye
a frecuentes procesos erosivos, con la subsiguiente quebradura en
barrancos abruptos y desmoronamiento de vertientes, cerros, farallones,
acantilados, etc.
Toda la cuenca del río Chuquicara presenta, sin embargo, gran
variedad de sitios arqueológicos pertenecientes a distintos
períodos culturales. La razón es que el río tiene
agua permanente todo el año y las altipampas interandinas del
cañón y sus laderas quechuas, proveen recursos naturales
abundantes; para conocerlos ha sido inventariada la fauna, avifauna
y flora nativa correspondiente, cuyos primeros análisis muestran
continuidad todavía viva y presente.
Subir
El ecosistema antiguo
En las orillas del río Chuquicara crece ralo monte ribereño
a base de guarangos (Acacia macracantha), molle (Schinus molle), algarrobo
(Prosopis juliflora), chillca (Baccharis sp.), pájaro bobo
(Tesaria integrifolia), etc. En las terrazas laterales al lecho fluvial,
pequeñas laderas bajas de piemonte y cono-terrazas de diversos
espesores acumulativos, crecen en forma silvestre el cactus prismático
gigante (Curis cereus macrostibas), chimbil (Melocactus echino cactus),
la pitajaya (Cactus pitajaya), el chuná o cactus ovinus (Novoespostoa
lanata), achupallas espinosas (Puya sp.) y pequeñas arbustivas
muy espaciadas.
El ascenso por las quebradas laterales de la cuenca hacia las tierras
altas (zonas quechuas), presenta panoramas de barrancos intercalados
a cerros muy altos, posibilitando numerosas quebradas desérticas,
hoyadas, cascajales y laderas escarpadas intramontanas. Este es el
paisaje de sitios con petroglifos, llamado Los Cóndores.
Los pasos más altos de esta región (entre 3,000 a 4,000
metros sobre el nivel del mar) muestran cierta normalidad topográfica
de inmarcesible belleza por la sucesión de hoyadas montuosas
y encajonamientos estrechos de pliegues rocosos cubiertos de vegetación
arbustiva y hierbas; laderas multiverdes; cortas planicies intramontanas
y frecuentes panoramas de colinas emergentes de baja altitud, configuran
paisajes coloridos con días pletóricos de sol, calor
y gran claridad de su cielo serrano. Esta zona quechua presenta pajonales,
monte de quebradas cortas, áreas de pastizales, puquios abundantes,
pequeñas lagunas y aguajales, etc., por donde viven camélidos
(Lama glama), cérvidos (Odoicoleus anticensis), osos de anteojos,
zorros, vizcachas, gatos de monte, pumas, abundante avifauna, etc.
Tales recursos naturales fueron atractivos inobjetables para la gente
llegada a esos territorios, quienes los exploraron, recorrieron, conocieron
y ocuparon libremente para convertirlos en su morada. La fauna está
representada en los petroglifos que estudiamos.
Subir
Los sitios con petroglifos
Las prospecciones arqueológicas en la cuenca del río
Chuquicara permitieron descubrir los sitios con petroglifos, durante
la ejecución del proyecto La Galgada (1978-1985). El primer
sitio con petroglifos fue descubierto en la men izquierda, a escasos
cien metros de la ribera del río (provincia de Pallasca). Se
trata de una roca granítica suelta caída desde los cerros
emplazados a unos ochenta metros de distancia sureste; erosionada
por sus lados, distante ciento cincuenta metros del Montículo
Norte, el mayor edificio precerámico del sitio. Las asociaciones
no se dan sólo por la proximidad, sino también porque
los diseños petroglíficos concuerdan con las configuraciones
identificadas en los textiles precerámicos recuperados de las
tumbas exhumadas. La roca tiene tres petroglifos: una serpiente sonriente,
y dos glifos pequeños a base de lineaturas; la serpiente sonriente
ocupa la parte central y los diseños de lineaturas segmentos
laterales.
Otra roca de menor tamaño la encontramos a treinta metros noroeste
de la descrita, ahora llamada roca de la serpiente . Esta segunda
es denominada la roca de los pájaros , por ser la avifauna
predominante, asociada a figuraciones humanas en silueta y lineaturas
trazadas con soltura. Fuera de la parte con los diseños de
pájaros y siluetas antropomorfas, identificamos un motivo a
base de lineaturas de trazo muy firme. Ambos documentos gráficos
tienen proximidad compartida con los montículos precerámicos
excavados, cuya documentación fue levantada durante los trabajos
del Proyecto.
En la margen derecha del río Chuquicara y en dirección
diagonal al pueblo actual de La Galgada, llega al cauce del río
una gran quebrada seca que lleva por nombre Morín (provincia
de Santiago de Chuco); la quebrada asciende vertical al tercio superior
del cerrop Capitán Sánchez . Desde el lecho fluvial
se toma la margen izquierda de la quebrada Morín y a unos treinta
metros hacia arriba descubrimos el primer petroglifo, cuya roca continente
está muy termofracturada; cien metros más arriba
ubicamos el sitio con la concentración de petroglifos llamado
Los Cóndores.
Rocas con tamaños medianos, desprendidas del cerro Capitán
Sánchez , se encuentran espaciadas en la suave pendiente de
la ladera; todos los tamaños y pesos de las rocas presentan
pátina roja como costra natural y color blanco en las secciones
preparadas para ejecutar los diseños. La roca es granito cuarcífero
y la pátina roja resultado de la oxidación natural ferroso-férrica.
Como la pátina natural es roja, el trabajo de percusión
ha exfoliado suavemente la costra de las rocas, quedando plasmados
los motivos en la textura clara de la superficie rocosa. Algunos diseños
petroglíficos están borrándose por lo suave de
la percusión, pero también acelerado por el intemperismo
y la laterización. Las rocas están sueltas y se calcula
pesos de media tonelada a menos.
Se registran cuarenta y dos rocas petroglíficas de tamaños
diversos, sin remover o voltear roca para no disturbar el sitio; registramos
tres motivos de aves volando con las alas desplegadas; dos figuras
ornitomorfas complejas están percutidas en una sola roca asociada
a pocitos circulares construidos mediante lajas plantadas; en su derredor
delantero se conservan basamentos de pequeñas construcciones
circulares, similares a aquellas estudiadas para los sitios precerámicos
monumentales como La Galgada, etc. Tales basamentos sugieren evidencias
de refugios. También se detectan terraplenados de dos por tres
metros con la evidencia de una hilada de piedras de cerro plantadas,
lo cual insinúa quizá una estación en relación
a actividades en las tierras altas de la cuenca, dada su situación
intermedia, a las que se tiene acceso por el fondo de la quebrada
Morín. La tercera figura está ubicada a veinte metros
oeste de la roca con dos aves; se trata de la entabladura de un cóndor
al natural, lineal y vertical con alas desplegadas.
A diez metros norte de la roca con las dos aves ubicamos otra roca
de similar tamaño que muestra una cabeza de camélido
destacando un gran ojo, traslapada sobre una primera figura con astas
y larga cola roleada, representando un venado plasmado directamente
en la superficie rocosa. Es la única roca que presenta superposición
de motivos. Es una de las rocas de mayor tamaño del sitio.
En otras encontramos graficados diversos motivos de distinto tamaño
(diez a veinte centímetros promedio); caras humanas cuadradas,
hombres sentados, hombres parados con los brazos en alto, hombres
corriendo, hombres cazando camélidos, etc.; animales (vizcacha,
felinos, zorro, perro, etc.); aves (loros, voltúridos, pájaros,
etc.); peces (de río), etc. Hay motivos de grecas flecadas
como muestran algunos diseños pintados en las bolsas tejidas
exhumadas del Montículo Sur de La Galgada (2,100 antes de nuestra
era).
El sitio Los Cóndores, como el de La Galgada, es acerámico,
y si nos atenemos a la técnica e iconografía representada,
tendríamos que considerarlos precerámicos tardíos,
temporalmente en transición a los lindes al Formativo Temprano
(2,000 antes de3 nuestra era).
Subir
Técnicas, motivos e interpretación
Las técnicas son estudiadas en los mismos ejemplares
a la vista con instrumentos aumentativos y análisis contratativos.
Los ejecutantes seleccionaron las superficies planas de las formas
rocosas, adaptando los diseños a los espacios pétreos
disponibles. Es evidente que trabajaron directamente los motivos por
percusión suave, golpeando, piqueteando y/o frotando las superficies
de contacto entre el percutor y los segmentos de roca impactada. Los
resultados son trazos sistemáticos seguros y maduros. Tales
técnicas crearon siluetas con lineaturas y motivos de figuratismo
preceptivo; según el método de los paralelos etnográficos,
se prescribe que los ejecutantes no hacen aquello que ven sino lo
que saben.
Las aves se identifican como cóndores, loros pequeños
de cabeza roja, comunes en la quebrada, y pájaros no identificados.
Un camélido de cuello vertical y gran ojo (llama) superpuesto
a un cérvido astado con asociación de siluetas a base
de lineaturas, representan a los grandes animales andinos. También
hay un mono con cara triangular y cola prensil. Durante las excavaciones
en La Galgada recuperamos en el piso cinco del Montículo Sur,
una ofrenda de mono posiblemente colocada al enterrarse el recinto
a fines del precerámico. Los monos llegaban a La Galgada a
través del intercambio e interacción multirregional
con Kotosh (Huánuco), territorio con selvas orientales. En
otras rocas se combinan rostros humanos cuadrados con astros, lagartijas
con lineaturas antropomorfas y otra con astros.
Los cóndores en vuelo tienen silueta de contorno grueso y uno
de ellos es lineal naturalista; uno de los cóndores vuela en
ataque a un felino, cuyas ancas, rabo y patas lo muestran en fuga;
otro cóndor, al parecer, está posado con las alas abiertas
en un grueso palo. Las características saltantes son la gran
cola y la fórmula encontrada para expresar el cuello y la cabeza
con un diseño ondulante único en su concepción.
Estos cóndores en sus dos modos representados, constituyen
documentos gráficos inmediatamente pre-Chavín Tempranos,
correlacionados al arte precerámico de La Galgada, que transitan
al posterior estilo Chavín Desarrollado. Tales motivos crean
perfiles evolutivos intrínsecos transitivos entre la concepción
naturalista y la convencionalización dentro de contextos expresivos
artísticos coexistentes.
Teniendo en cuenta las aseveraciones precedentes, es necesario considerar
que los petroglifos expresan paleogramas de alcance simbólico
en que la precisión de los diseños revela concepciones
idénticas cuyos niveles de mentalización son indicativos
de que se ha traspuesto el umbral hacia el concepto, pues las imágenes,
auténticas y de gran fuerza, inauguran un lenguaje expresivo
convencional ajeno a epigonismos inertes; por el contrario, tales
paleogramas imbrican el circuito comunicante entre su intrínseca
realidad y los otros móviles relacionales de esa misma realidad.
Objetivamente, los petroglifos alcanzan nivel sígnico entre
la realidad simbolizada y la capacidad de elaboración sincrética
de sus ejecutores. Por ello no son motivos descriptivos, sino expresiones
vivas observadas en la realidad circundante, cuya proyección
en el contexto territorial permite señalar que tal nivel sígnico
se alcanza en la instancia de la vida social, donde es función
atrayente para la interacción individual necesaria en las relaciones
grupales, constituyendo amalgama integrada significativa de sus nociones
reales y nivel de conocimiento, base de creencias y sus símbolos
grafémicos de magia simpatética.
Insistimos entonces en que es más importante el análisis
iconológico activo que la descripción servil de los
diseños, pues entre las condiciones constitutivas de la adquisición
de conocimientos acerca de realidades concretas del pasado, está
la perspectiva de la propia noción del mundo que se está
viviendo, la aprehensión de la realidad y la construcción
transmisible de categorías mentales que permiten historiar
ese pasado.
En consecuencia, los petroglifos expuestos ejemplifican vínculos
intrínsecos entre la expresión gráfica pertinente
y las nociones de los petrograbadores obtenidas en forma de experiencias
potencialmente reproducida en su arte. Su arte, entonces, no se nos
aparece aislado sino más bien de distribución social
colectiva. No es arte de insurgencia individual, sino contextual,
a pesar que reclaman la apreciación cara a cara para ejercer
el liderazgo o propiciar las acciones.
Es posible que todos aquellos pobladores del cañón hayan
convergido a Los Cóndores o La Galgada en calendarios autoimpuestos
para luego hacerse consuetudinarios como persecución y/o afirmación
de prestigio, conocimiento trascendente o prácticas cultistas
tempranas.
Activos análisis contrastativos y contextuales evidencian cultura
de hortelanos subsistenciales, complementados con actividades de cacería
ampliados a rutas recolectoras multirregionales hacia la selva y el
mar. Su ubicación territorial intermedia a esos ecosistemas
extremos permitieron la orientación y dirección de los
movimientos sociales. Los petroglifos subvenían necesidades
de orden superestructural práctico para las actividades económicas
de la gente, tener éxito en sus acciones o librarse de la muerte.
Por otro lado, los hallazgos y estudios de los petroglifos Morín-La
Galgada, en atención a sus motivos de similaridades técnico/figurativas
con los contextos funerarios del complejo monumental La Galgada y
a la iconografía de los textiles precerámicos exhumados
de las tumbas excavadas en este último sitio, son indicativos
de coetaneidad cronológica (2,200 a 1,600 antes de nuestra
era).
En conjunto acotamos que el arte de las formaciones sociales tempranas
de vida campestre y centros ceremoniales precerámicos en desarrollo,
como en este caso, estuvo basado en la agudez de los sentidos, tuvo
carácter vitalista y se nutrió de las relaciones hombre/territorio.
No es un producto secundario del desarrollo social, sino una de las
creaciones genuinas conformantes del circuito social. Por eso el arte
petroglífico estudiado, a pesar de ser producción individual,
emerge en el regazo social, del cual toma sus temas para expresar
su ideología y cultura; de allí que el arte rupestre
en general sea un lenguaje gráfico expresivo de formas empíricas
de conocimiento, que implica un gran nivel de reflexión otorgante
de mensajes que son verdaderos estudios espontáneos sobre aquellas
realidades.
En general, el arte rupestre (pictografías y petroglifos) sirvió
al hombre para establecer un necesario equilibrio entre su hábitat
y él, su habitante. Las sensaciones captadas transformáronse
en interpretaciones gráficas a través de las cuales
se familiarizó mejor con la naturaleza para doblegarla y ponerla
al servicio de su vida, sustento y recambio generacional, fundar prácticas
cultistas y/o rituales y ceremonias autoprotectivas e instituciones
sociales tempranas, base de organismos políticos de creciente
complejidad.
Así, el arte rupestre constituye verdadero texto gráfico
autoinformativo que se convierte para sus creadores en soporte de
su vitalidad, comprensión del microcosmos en relación
a la amplitud del macrocosmos, que les insuflará ánimo
para descubrirse creativos e intérpretes de su propia realidad
existencial. Ellos existían para luego pensar y después
graficarlo. Tal graficación les permitió autootorgarse
un sentido existencial, pues la proyección de su memoria está
entre nosotros.
Subir
|