Andes Septentrionales Andes Centrales Andes Meridionales Mapas de las Culturas Andinas
Por: Danièlle Lavallée y Jacques Person.
 

 ANTES DE CHAVIN:
LOS CONDORES Y LA GALGADA
PETROGLIFOS COMO TEXTOS GRAFICOS
 

Por: Alberto Bueno Mendoza


Localización
 
Pallasca es la provincia altoandina más septentrional del departamento de Ancash, perteneciente a la vertiente occidental de los Andes del norte peruano. Esta región de los Andes está compuesta por rocas intrusivas y extrusivas, formando en conjunto un extenso batolito con buzamientos esporádicos de sedimentos cretácicos. La morfología de sus relieves se caracteriza por fallamientos tectónicos cortos, bloques  rotos por diaclasas que se desplazan hacia abajo, filones rocosos meteorizados, perfiles de roca sedimentarias estratificadas en pliegues de buzamientos inclinados, lentes carbonosos antrácticos, laderas semi-verticales y faldas bajas oblicuas de acumulación al pie del monte. Tales acumulaciones conforman depósitos detríficos con pesos y granulometría variada, encontrándose piedras de cerro, cascajo, rocas de diverso tamaño, arenas y arcillas, frecuentemente de inclinación moderada, existiendo evidencias de deslizamientosemporales en concierto a las precipitaciones pluviales de estación.
 
El fondo bajo del cañón se encuentra a 1,100 metros sobre el nivel del mar, mientras que sus altas cumbres conformantes alcanzan altitudes entre 2,500 a 4,000 metros de verticalidad. Por tanto, la caída de bloques rocosos, ya sea por gravedad o deslizamientos aluviales, son eventos geoclimáticos normales evidentes en las pendientes inmediatamente inferiores a los cerros en toda la longitud del cañón. La gente, los mineros y viajeros los conocen por los nombres de "graneros" o sectores con derrumbes de "galgas ", de allí el topónimo de La Galgada para el área que estudiamos.
 
Los sitios precerámicos y aquellos con petroglifos están situados hacia los 78°09 '00'' Longitud Oeste y 08°28 '30  '' de Latitud Sur, a una altitud de 1,100 metros sobre el nivel del mar, igual que el sector del cañón; se ubica un sitio en cada banda del río, siendo la margen derecha (provincia de Santiago de Chuco) la zona donde descubrimos a Los Cóndores y en diagonal hacia la izquierda encontramos al sitio de La Galgada (provincia de Pallasca), segunda zona de petroglifos en el cañón.
 
El cañón sirve de lindero entre las provincias de Pallasca (Ancash) y Santiago de Chuco (La Libertad). En ambas márgenes estamos estudiando los sitios arqueológicos precerámicos, incluídas las dos zonas con petroglifos.
 
La fisiografía del cañón es desértica y algunos trayectos sólo tienen la profundidad del río; la carretera que le otorga acceso carrozable ha sido construida directamente en la gradiente de los cerros. La falta de vegetación contribuye a frecuentes procesos erosivos, con la subsiguiente quebradura en barrancos abruptos y desmoronamiento de vertientes, cerros, farallones, acantilados, etc.
 
Toda la cuenca del río Chuquicara presenta, sin embargo, gran variedad de sitios arqueológicos pertenecientes a distintos períodos culturales. La razón es que el río tiene agua permanente todo el año y las altipampas interandinas del cañón y sus laderas quechuas, proveen recursos naturales abundantes; para conocerlos ha sido inventariada la fauna, avifauna y flora nativa correspondiente, cuyos primeros análisis muestran continuidad todavía viva y presente.

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El ecosistema antiguo
 
En las orillas del río Chuquicara crece ralo monte ribereño a base de guarangos (Acacia macracantha), molle (Schinus molle), algarrobo (Prosopis juliflora), chillca (Baccharis sp.), pájaro bobo (Tesaria integrifolia), etc. En las terrazas laterales al lecho fluvial, pequeñas laderas bajas de piemonte y cono-terrazas de diversos espesores acumulativos, crecen en forma silvestre el cactus prismático gigante (Curis cereus macrostibas), chimbil (Melocactus echino cactus), la pitajaya (Cactus pitajaya), el chuná o cactus ovinus (Novoespostoa lanata), achupallas espinosas (Puya sp.) y pequeñas arbustivas muy espaciadas.
 
El ascenso por las quebradas laterales de la cuenca hacia las tierras altas (zonas quechuas), presenta panoramas de barrancos intercalados a cerros muy altos, posibilitando numerosas quebradas desérticas, hoyadas, cascajales y laderas escarpadas intramontanas. Este es el paisaje de sitios con petroglifos, llamado Los Cóndores.
 
Los pasos más altos de esta región (entre 3,000 a 4,000 metros sobre el nivel del mar) muestran cierta normalidad topográfica de inmarcesible belleza por la sucesión de hoyadas montuosas y encajonamientos estrechos de pliegues rocosos cubiertos de vegetación arbustiva y hierbas; laderas multiverdes; cortas planicies intramontanas y frecuentes panoramas de colinas emergentes de baja altitud, configuran paisajes coloridos con días pletóricos de sol, calor y gran claridad de su cielo serrano. Esta zona quechua presenta pajonales, monte de quebradas cortas, áreas de pastizales, puquios abundantes, pequeñas lagunas y aguajales, etc., por donde viven camélidos (Lama glama), cérvidos (Odoicoleus anticensis), osos de anteojos, zorros, vizcachas, gatos de monte, pumas, abundante avifauna, etc. Tales recursos naturales fueron atractivos inobjetables para la gente llegada a esos territorios, quienes los exploraron, recorrieron, conocieron y ocuparon libremente para convertirlos en su morada. La fauna está representada en los petroglifos que estudiamos.

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Los sitios con petroglifos
 
Las prospecciones arqueológicas en la cuenca del río Chuquicara permitieron descubrir los sitios con petroglifos, durante la ejecución del proyecto La Galgada  (1978-1985). El primer sitio con petroglifos fue descubierto en la men izquierda, a escasos cien metros de la ribera del río (provincia de Pallasca). Se trata de una roca granítica suelta caída desde los cerros emplazados a unos ochenta metros de distancia sureste; erosionada por sus lados, distante ciento cincuenta metros del Montículo Norte, el mayor edificio precerámico del sitio. Las asociaciones no se dan sólo por la proximidad, sino también porque los diseños petroglíficos concuerdan con las configuraciones identificadas en los textiles precerámicos recuperados de las tumbas exhumadas. La roca tiene tres petroglifos: una serpiente sonriente, y dos glifos pequeños a base de lineaturas; la serpiente sonriente ocupa la parte central y los diseños de lineaturas segmentos laterales.
 
Otra roca de menor tamaño la encontramos a treinta metros noroeste de la descrita, ahora llamada roca de la serpiente . Esta segunda es denominada la roca de los pájaros , por ser la avifauna predominante, asociada a figuraciones humanas en silueta y lineaturas trazadas con soltura. Fuera de la parte con los diseños de pájaros y siluetas antropomorfas, identificamos un motivo a base de lineaturas de trazo muy firme. Ambos documentos gráficos tienen proximidad compartida con los montículos precerámicos excavados, cuya documentación fue levantada durante los trabajos del Proyecto.
 
En la margen derecha del río Chuquicara y en dirección diagonal al pueblo actual de La Galgada, llega al cauce del río una gran quebrada seca que lleva por nombre Morín (provincia de Santiago de Chuco); la quebrada asciende vertical al tercio superior del cerrop Capitán Sánchez . Desde el lecho fluvial se toma la margen izquierda de la quebrada Morín y a unos treinta metros hacia arriba descubrimos el primer petroglifo, cuya roca continente está muy termofracturada;  cien metros más arriba ubicamos el sitio con la concentración de petroglifos llamado Los Cóndores.
 
Rocas con tamaños medianos, desprendidas del cerro Capitán Sánchez , se encuentran espaciadas en la suave pendiente de la ladera; todos los tamaños y pesos de las rocas presentan pátina roja como costra natural y color blanco en las secciones preparadas para ejecutar los diseños. La roca es granito cuarcífero y la pátina roja resultado de la oxidación natural ferroso-férrica. Como la pátina natural es roja, el trabajo de percusión ha exfoliado suavemente la costra de las rocas, quedando plasmados los motivos en la textura clara de la superficie rocosa. Algunos diseños petroglíficos están borrándose por lo suave de la percusión, pero también acelerado por el intemperismo y la laterización. Las rocas están sueltas y se calcula pesos de media tonelada a menos.
 
Se registran cuarenta y dos rocas petroglíficas de tamaños diversos, sin remover o voltear roca para no disturbar el sitio; registramos tres motivos de aves volando con las alas desplegadas; dos figuras ornitomorfas complejas están percutidas en una sola roca asociada a pocitos circulares construidos mediante lajas plantadas; en su derredor delantero se conservan basamentos de pequeñas construcciones circulares, similares a aquellas estudiadas para los sitios precerámicos monumentales como La Galgada, etc. Tales basamentos sugieren evidencias de refugios. También se detectan terraplenados de dos por tres metros con la evidencia de una hilada de piedras de cerro plantadas, lo cual insinúa quizá una estación en relación a actividades en las tierras altas de la cuenca, dada su situación intermedia, a las que se tiene acceso por el fondo de la quebrada Morín. La tercera figura está ubicada a veinte metros oeste de la roca con dos aves; se trata de la entabladura de un cóndor al natural, lineal y vertical con alas desplegadas.
 
A diez metros norte de la roca con las dos aves ubicamos otra roca de similar tamaño que muestra una cabeza de camélido destacando un gran ojo, traslapada sobre una primera figura con astas y larga cola roleada, representando un venado plasmado directamente en la superficie rocosa. Es la única roca que presenta superposición de motivos. Es una de las rocas de mayor tamaño del sitio. En otras encontramos graficados diversos motivos de distinto tamaño (diez a veinte centímetros promedio); caras humanas cuadradas, hombres sentados, hombres parados con los brazos en alto, hombres corriendo, hombres cazando camélidos, etc.; animales (vizcacha, felinos, zorro, perro, etc.); aves (loros, voltúridos, pájaros, etc.); peces (de río), etc. Hay motivos de grecas flecadas como muestran algunos diseños pintados en las bolsas tejidas exhumadas del Montículo Sur de La Galgada (2,100 antes de nuestra era).
 
El sitio Los Cóndores, como el de La Galgada, es acerámico, y si nos atenemos a la técnica e iconografía representada, tendríamos que considerarlos precerámicos tardíos, temporalmente en transición a los lindes al Formativo Temprano (2,000 antes de3 nuestra era).

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Técnicas, motivos e interpretación
 
Las  técnicas son estudiadas en los mismos ejemplares a la vista con instrumentos aumentativos y análisis contratativos. Los ejecutantes seleccionaron las superficies planas de las formas rocosas, adaptando los diseños a los espacios pétreos disponibles. Es evidente que trabajaron directamente los motivos por percusión suave, golpeando, piqueteando y/o frotando las superficies de contacto entre el percutor y los segmentos de roca impactada. Los resultados son trazos sistemáticos seguros y maduros. Tales técnicas crearon siluetas con lineaturas y motivos de figuratismo preceptivo; según el método de los paralelos etnográficos, se prescribe que los ejecutantes no hacen aquello que ven sino lo que saben.
 
Las aves se identifican como cóndores, loros pequeños de cabeza roja, comunes en la quebrada, y pájaros no identificados. Un camélido de cuello vertical y gran ojo (llama) superpuesto a un cérvido astado con asociación de siluetas a base de lineaturas, representan a los grandes animales andinos. También hay un mono con cara triangular y cola prensil. Durante las excavaciones en La Galgada recuperamos en el piso cinco del Montículo Sur, una ofrenda de mono posiblemente colocada al enterrarse el recinto a fines del precerámico. Los monos llegaban a La Galgada a través del intercambio e interacción multirregional con Kotosh (Huánuco), territorio con selvas orientales. En otras rocas se combinan rostros humanos cuadrados con astros, lagartijas con lineaturas antropomorfas y otra con astros.
 
Los cóndores en vuelo tienen silueta de contorno grueso y uno de ellos es lineal naturalista; uno de los cóndores vuela en ataque a un felino, cuyas ancas, rabo y patas lo muestran en fuga; otro cóndor, al parecer, está posado con las alas abiertas en un grueso palo. Las características saltantes son la gran cola y la fórmula encontrada para expresar el cuello y la cabeza con un diseño ondulante único en su concepción.
 
Estos cóndores en sus dos modos representados, constituyen documentos gráficos inmediatamente pre-Chavín Tempranos, correlacionados al arte precerámico de La Galgada, que transitan al posterior estilo Chavín Desarrollado. Tales motivos crean perfiles evolutivos intrínsecos transitivos entre la concepción naturalista y la convencionalización dentro de contextos expresivos artísticos coexistentes.
 
Teniendo en cuenta las aseveraciones precedentes, es necesario considerar que los petroglifos expresan paleogramas de alcance simbólico en que la precisión de los diseños revela concepciones idénticas cuyos niveles de mentalización son indicativos de que se ha traspuesto el umbral hacia el concepto, pues las imágenes, auténticas y de gran fuerza, inauguran un lenguaje expresivo convencional ajeno a epigonismos inertes; por el contrario, tales paleogramas imbrican el circuito comunicante entre su intrínseca realidad y los otros móviles relacionales de esa misma realidad.
 
Objetivamente, los petroglifos alcanzan nivel sígnico entre la realidad simbolizada y la capacidad de elaboración sincrética de sus ejecutores. Por ello no son motivos descriptivos, sino expresiones vivas observadas en la realidad circundante, cuya proyección en el contexto territorial permite señalar que tal nivel sígnico se alcanza en la instancia de la vida social, donde es función atrayente para la interacción individual necesaria en las relaciones grupales, constituyendo amalgama integrada significativa de sus nociones reales y nivel de conocimiento, base de creencias y sus símbolos grafémicos de magia simpatética.
 
Insistimos entonces en que es más importante el análisis iconológico activo que la descripción servil de los diseños, pues entre las condiciones constitutivas de la adquisición de conocimientos acerca de realidades concretas del pasado, está la perspectiva de la propia noción del mundo que se está viviendo, la aprehensión de la realidad y la construcción transmisible de categorías mentales que permiten historiar ese pasado.
 
En consecuencia, los petroglifos expuestos ejemplifican vínculos intrínsecos entre la expresión gráfica pertinente y las nociones de los petrograbadores obtenidas en forma de experiencias potencialmente reproducida en su arte. Su arte, entonces, no se nos aparece aislado sino más bien de distribución social colectiva. No es arte de insurgencia individual, sino contextual, a pesar que reclaman la apreciación cara a cara para ejercer el liderazgo o propiciar las acciones.
 
Es posible que todos aquellos pobladores del cañón hayan convergido a Los Cóndores o La Galgada en calendarios autoimpuestos para luego hacerse consuetudinarios como persecución y/o afirmación de prestigio, conocimiento trascendente o prácticas cultistas tempranas.
 
Activos análisis contrastativos y contextuales evidencian cultura de hortelanos subsistenciales, complementados con actividades de cacería ampliados a rutas recolectoras multirregionales hacia la selva y el mar. Su ubicación territorial intermedia a esos ecosistemas extremos permitieron la orientación y dirección de los movimientos sociales. Los petroglifos subvenían necesidades de orden superestructural práctico para las actividades económicas de la gente, tener éxito en sus acciones o librarse de la muerte.
 
Por otro lado, los hallazgos y estudios de los petroglifos Morín-La Galgada, en atención a sus motivos de similaridades técnico/figurativas con los contextos funerarios del complejo monumental La Galgada y a la iconografía de los textiles precerámicos exhumados de las tumbas excavadas en este último sitio, son indicativos de  coetaneidad cronológica (2,200 a 1,600 antes de nuestra era).
 
En conjunto acotamos que el arte de las formaciones sociales tempranas de vida campestre y centros ceremoniales precerámicos en desarrollo, como en este caso, estuvo basado en la agudez de los sentidos, tuvo carácter vitalista y se nutrió de las relaciones hombre/territorio. No es un producto secundario del desarrollo social, sino una de las creaciones genuinas conformantes del circuito social. Por eso el arte petroglífico estudiado, a pesar de ser producción individual, emerge en el regazo social, del cual toma sus temas para expresar su ideología y cultura; de allí que el arte rupestre en general sea un lenguaje gráfico expresivo de formas empíricas de conocimiento, que implica un gran nivel de reflexión otorgante de mensajes que son verdaderos estudios espontáneos sobre aquellas realidades.
 
En general, el arte rupestre (pictografías y petroglifos) sirvió al hombre para establecer un necesario equilibrio entre su hábitat y él, su habitante. Las sensaciones captadas transformáronse en interpretaciones gráficas a través de las cuales se familiarizó mejor con la naturaleza para doblegarla y ponerla al servicio de su vida, sustento y recambio generacional, fundar prácticas cultistas y/o rituales y ceremonias autoprotectivas e instituciones sociales tempranas, base de organismos políticos de creciente complejidad.
 
Así, el arte rupestre constituye verdadero texto gráfico autoinformativo que se convierte para sus creadores en soporte de su vitalidad, comprensión del microcosmos en relación a la amplitud del macrocosmos, que les insuflará ánimo para descubrirse creativos e intérpretes de su propia realidad existencial. Ellos existían para luego pensar y después graficarlo. Tal graficación les permitió autootorgarse un sentido existencial, pues la proyección de su memoria está entre nosotros.
 
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