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LA
PRIMEROS POBLADORES Y LOS ORÍGENES DE LA CIVILIZACIÓN ANDINA
Por: Luis Guzmán Palomino.
Aproximadamente hace 13 milenos se asentaron en nuestro
territorio los primeros grupos humanos. ¿De dónde provenían? ¿Cómo y
dónde vivieron? ¿Por qué los debemos considerar como creadores de la
cultura? ¿Qué fue lo que dejaron a la posteridad como legado? ¿Cuándo
y cómo se jerarquizó la sociedad?
LA PRIMIGENIA IDENTIDAD
Como casi todas las colectividades del mundo, para ubicar nuestra identidad
primigenia debemos empezar admitiendo que nuestros más remotos ancestros
vinieron de fuera. Sólo un keniata, un tanzanio o un etiopí –y tendrían
que discutir entre ellos- podría tener la singularidad de rastrear sus
orígenes en su propia tierra. Y ése, no es nuestro caso.
Empezaremos entonces reconociendo nuestra matriz africana, cuya evolución
desde los Kenyapithecus africanus y Ausatralopithecus condujo al Homo
sapiens sapiens que al expandirse por diversos ecosistemas produjo variedades
raciales. Una de ellas, la asiática, tiene que ver con nuestros ancestros
más cercanos. Cazadores y recolectores que prosperaron en los climas
templados de la China migraron al norte en sucesivas oleadas, desde
hace unos cuarenta mil años, avanzando por Mongolia para dominar la
estepa y la tundra siberianas, hasta alcanzar los límites septentrionales
y situarse, sin saberlo, frente a América, aproximadamente hace unos
quince mil años. Por su configuración anatómica y su procedencia geográfica,
aquellos cercanos ancestros nuestros son denominados por la ciencia
Sinodontes y Mongoloides.
Fue en el tránsito del Pleistoceno al Holoceno, al terminar en lento
proceso las más recientes glaciaciones y aumentar progresivamente la
temperatura del planeta, cuando esos cazadores-recolectores, impelidos
por la curiosidad y la audacia, cubrieron el tramo entonces terrestre
denominado Beringia, penetrando en un nuevo continente. Ellos fueron
así los auténticos descubridores de América.
Contadas generaciones fueron suficientes para poblar esta parte del
mundo, algo más de treinta, considerando el promedio de vida (30 años)
y las dataciones cronológicas de los primeros asentamientos humanos
ubicados de uno a otro extremo del continente.
Sabemos que hace 14 mil años el istmo de Panamá fue por primera vez
hollado por bandas de cazadores-recolectores que procedían del norte.
Tras recorrerlo longitudinalmente, ellas tuvieron ante sí la posibilidad
de optar por una de las tres vías que se presentaban en la ruta al sur.
La primera, bordeando el océano; la segunda, ascendiendo la cordillera;
y la tercera, internándose en la selva oriental. Las piezas de caza
tomaron esas vías y en su seguimiento los seres humanos hicieron su
aparición en lo que hoy llamamos Sudamérica.
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LOS DESCUBRIDORES DE AMÉRICA
En realidad los primeros en descubrir América no fueron los españoles
sino lo grupos que arribaron a esta zona, con un instrumental simple
de instrumentos en piedra, y hallaron un continente sin humanos. A partir
de esta entrada se fueron difundiendo por una vasta región conquistando
poco a poco la inmensa geografía americana.
(http://www.geocities.com/gabylago99/poblamiento.html)
AVANCES TECNOLÓGICOS.
El uso del carbono 14 (C14) para fechar restos orgánicos y sedimentos,
resultó un avance importante para poder establecer la antigüedad de
restos encontrados en sitios arqueológicos. Por ejemplo pudo fecharse
la evidencia arqueológica del sitios Folsom (EEUU) descubierto a principios
del siglo XX, en unos 11.000 años de antigüedad. Todos estos nuevos
fechados favorecieron la idea de la alta antigüedad del poblamiento
a cargo de grupos cazadores-recolectores, los cuales explotaron los
grande mamíferos extinguidos aproximadamente hace 10.000 años.
También se han realizado estudios paleoambientales tendentes a descubrir
cómo había sido el ambiente para la época del arribo de los primeros
grupos a América. Se estudiaron las glaciaciones y la manera cómo en
determinados momentos, ante la presencia de englazamientos, produjo
cambios en el nivel del mar, que afectaron los contornos de las costas,
ya sea emergiendo tierra o sumergiendo bajo el mar grandes extensiones.
Durante el Pleistoceno superior (70.000 años atrás) se produjo en América
del Norte la última gran glaciación denominada Wisconsin. Aparecieron
dos grandes focos de hielo llamados: Lauréntico y Coordillerano. El
llamado Lauréntico se extendió desde la bahía Hudson hacia el sur y
oeste, y el Cordillerano desde las montañas Rocallosas hacia el Pacífico
y el este. Estos dos focos dejaron un corredor libre entre ellos. Durante
el Wisconsin el nivel del mar desciende, es decir el mar se retira,
y emerge una amplia zona que estaba sumergida bajo el mar, formándose
en el Estrecho de Bering una amplia zona o puente llamado Beringia,
por el cual pudieron haber entrado los primeros americanos. A los 12.000
a 10.000 años antes del presente, esta comunicación entre Asia y América
se interrumpe, cerrándose en puente o paso.
Paul Martín se basó en la ecología y en la estadística para elaborar
su teoría en la década del ’70. Postula que el arribo se habría producido
hace unos 12.000 años atrás por Beringia; y se basa en: a) Los géneros
de mamíferos extinguidos encontrados en sitios arqueológicos norteamericanos
con una antigüedad de 11.000 años aproximadamente. b) La analogía ecológica
entre ambientes africanos de sabana, con abundante fauna de herbívoros
gregarios silvestres, con los que habría en la zona de Norteamérica
para fines del Pleistoceno, con bisontes, camélidos y caballos. Propuso
que una banda de cazadores de grandes herbívoros (unos 100 individuos)
de la estepa ártica de Siberia, paleocazadores de mamut, habrían ingresado
a América con anterioridad a la inundación del puente de Beringia, hace
unos 12.000 años atrás. Al ingresar se encontraron con una zona habitada
con megamamíferos inexpertos con el trato con el hombre cazador. Estos
paleocazadores habrían tenido una tasa de natalidad cada vez más elevada,
produciéndose una explosión demográfica, facilitada por la gran disponibilidad
de recursos (megafauna). A medida que avanzaban hacia el sur, fueron
extinguiendo a estas especies de megamamíferos herbívoros. Habrían llegado
en unos 1.000 años hasta la Patagonia argentina.
Alan Bryan se opone a la hipótesis anterior en cuanto a la antigüedad
ya que considera que se habría producido antes de lo propuesto por Paul
Martin. Su propuesta es la siguiente: a) Los primeros grupos que ingresaron
a América procedían del Este asiático. Eran cazadores-recolectores adaptados
a condiciones ambientales frías y rigurosas. B) Su tecnología lítica
no era sofisticada sino que consistía en cuchillos, raspadores y puntas
de piedra. C) Habrían arribado siguiendo la ruta de Beringia hace unos
30.000 a 40.000 años atrás. D) Posteriormente, hace 15.000 años habrían
pasado grupos con tecnología más elaborada de talla bifacial. Esta tecnología
permitió la elaboración de los conjuntos de puntas de proyectil americanos.
E) Como resultado de esta migración se formaron tres tradiciones paleoindias.
Christy Turner realizó estudios creneodentarios para diferenciar grupos
y establecer distancias genéticas entre los mismos. Así, en 1970 estudió
restos dentarios americanos y asiáticos. (Hallando semejanzas, los llamó
mongoloides sinodontes). Como conclusión de sus estudios, pudo reconocer
dos grupos de población inmigrante: los paleoindios y los Aleuto-esquimo.
Entre ambos encontró un tercer grupo diferente. Los paleoindios serían
descendientes de los paleocazadores del interior de la estepa siberiana,
conocidos como tradición Diuktai, que ingresaron a Alaska hace 16.000
años atrás, siguiendo la cuenca del río Lena. Los Aleuto-eskimo ingresaron
a Alaska hace 8.000 años provenientes de la cuenca del Amur, al norte
de China. El tercer grupo habría llegado hace 14.000 a 12.000 años.
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LOS CAZADORES-RECOLECTORES
Evidencias arqueológicas sobre asentamientos humanos
en el Perú, con más de 8 mil años de antigüedad, han sido halladas principalmente
en las serranías, y con mucho menor incidencia en algunas zonas costeras.
No se descarta, sin embargo, la posibilidad de que al mismo tiempo los
cazadores-recolectores ingresasen en la amazonía, careciéndose aún del
testimonio material que sustente esta hipótesis.
En el primer momento del proceso histórico peruano, que va de los 13
a los 8 mil años antes del presente, los grupos humanos basaron su subsistencia,
exclusivamente, en la caza y la recolección. Agrupados en bandas, actuaron
como depredadores de su entorno natural, del que fueron en extremo dependientes.
La pesca en el litoral marítimo (Paiján, por ejemplo) parece que derivó
de la práctica venatoria y recolectora. Por decirlo de otra manera,
en un principio los peces eran "cazados" con lanzas, como lo son todavía
entre algunas naciones amazónicas, habiéndose avanzado a la pesca "verdadera"
recién al formarse las primeras aldeas.
La arqueología no ha podido precisar aún el original tránsito humano
por nuestro territorio. ¿De dónde procedían los cazadores que hace 13
mil año habitaron la gruta de Pikimachay? No lo sabemos, pero por simple
lógica se deduce que hubo pobladores que los antecedieron, llegando
hasta allí por una ruta que todavía desconocemos. En esa gruta, cercana
a la ciudad de Ayacucho, por encima de los 2800 metros de altitud, Richard
MacNeish descubrió gran cantidad y variedad de herramientas líticas.
Probablemente, las fabricaron cazadores que se enfrentaron a los últimos
ejemplares de la megafauna propia del Pleistoceno, como el perezoso
gigante. Aunque es más factible que cazaran especies actuales, como
diversos camélidos y algunos roedores.
Data también de los finales del Pleistoceno la evidencia de presencia
humana que Thomas Lynch encontró en la gruta de Guitarrero, situada
a 2.580 m. de altitud en el Callejón de Huaylas. Allí, hace 12,600 años,
empezaron a buscar abrigo cazadores de cérvidos, roedores y pájaros,
gentes que también dejaron testimonio de las plantas que recolectaron.
En cuanto a su forma de vida, Daniélle Lavalle explica: "Se trataba
obviamente de pequeños grupos con mucha movilidad, con herramientas
relativamente toscas que reflejaban el uso de técnicas sencillas. En
particular, parece que se ignoraba el uso de puntas de lanza, y, por
ende, de armas arrojadizas, a menos que se hubieran utilizado palos
o lanzas aguzadas al fuego o puntas de hueso. No obstante, es probable
que los hombres supieran ya aprovechar el medio natural andino, con
nichos ecológicos muy diversificados y muy cercanos unos de otros, y
que lo completasen, dependiendo de las estaciones, con la caza con trampas
de pequeños animales y la recolección de bayas, semillas y tubérculos
comestibles".
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CAZADORES ESPECIALIZADOS
Desde hace 10 mil años los cazadores empezaron a especializarse,
expresión de lo cual se ha ubicado en varios sitios de la sierra. En
1958 Augusto Cardich descubrió restos humanos en una de las grutas de
Lauricocha (Huánuco), con una antigüedad cercana a los 9,500. Posteriormente,
Jorge Muelle descubrió testimonios de cazadores, con una antigüedad
similar, en la gruta de Toquepala (serranías de Tacna, a una altitud
de 2.700 m.).
Trabajos arqueológicos más recientes han proporcionado mayores evidencias,
sobre todo en sitios de la sierra central, como Jaywamachay y Puente
en el valle de Ayacucho; y Telarmachay, Pachamachay, Uchkumachay y Panaulauca
en las punas de Junín.
Se advierte por aquel tiempo una ocupación más prolongada de las grutas
o cavernas, con el consecuente incremento de la densidad demográfica.
Pasa a ser preponderante la caza de algunos camélidos, como las vicuñas
y los guanacos, y cérvidos, principalmente las tarucas y, en menor proporción,
los ciervos de cola blanca. A ello se suma el uso intensivo de trampas
para cazar roedores y pájaros, continuando la práctica recolectora de
bayas y semillas. Algunos investigadores sugieren la posibilidad de
que por entonces surgieran los primeros intentos de domesticación de
plantas, entre ellas las judías y los pimientos, proceso que pudo haberse
iniciado en el Callejón de Huaylas.
Aparte de los artefactos líticos se hace común el uso de herramientas
de hueso. Se han encontrado desde puntas de lanzas hasta finas agujas.
Y también se utilizan la madera, la cuerda y el mimbre. Hay evidencias
del uso del fuego para cocinar alimentos o con fines técnicos (por ejemplo,
para calentar pedernales y cortarlos con mayor facilidad). El ichu,
las ramas de los arbustos y el excremento de camélidos se usan para
alimentar las hogueras.
En los campamentos al aire libre se construyen viviendas, con muros
de piedra y soportes de ramas para el tendido de las pieles se utilizan
para cerrarlas o cubrirlas. Tanto ellos como las cavernas o grutas,
son ocupados temporalmente, pues con el cambio estacional los cazadores
se desplazan a nichos ecológicos más favorables, respecto a lo cual
Daniélle Lavalle apunta: "los refugios naturales, independientemente
de que estén situados a altitudes medias o bajas, salvo raras excepciones,
sólo parecen haber sido utilizados durante parte del año. Es probable
que los grupos de cazadores-recolectores se desplazasen por un territorio
relativamente amplio siguiendo unos ciclos estacionales determinados
por los movimientos de la caza y la mayor o menor abundancia de los
otros recursos naturales (caza menor, bayas y semillas comestibles),
que variaba dependiendo del medio ambiente y de la altitud. De este
modo, los mismos lugares se volvían a ocupar regularmente".
Diversos indicios permiten conocer algunos aspectos de la vida espiritual
de los cazadores. Sabemos así que tenían un especial respeto por la
muerte, con una posible creencia en la vida supraterrena. Excavaban
fosas donde sepultaban a sus muertos, en posición vertical o flexionada,
a veces envueltos en sacos, acompañándolos de algunas de las herramientas
y adornos que habían utilizado en vida. Existen testimonios de que lamentaban
en mucho la muerte de los niños, de los que se han encontrado varias
sepulturas. Los restos óseos indican que esos pobladores tenían una
talla promedio de 1.60 m., y que practicaban la costumbre de alargar
sus cráneos.
Asociado a los cazadores se dio el arte rupestre. Pintaron en paredes
rocosas aisladas o en los techos de sus refugios, casi siempre en sitios
de difícil acceso. Parece que las más antiguas representaciones fueron
las manos negativas, una especie de rúbricas de su presencia. Apoyaban
una mano en la pared y pintaban su contorno.
Pintaron luego escenas de su vida diaria, siempre relacionadas con la
práctica venatoria, en un estilo de realismo naturalista. Se representaron
auquénidos en dispersión, perseguidos por figuras humanas que a veces
portan armas arrojadizas. Aparecen también personajes disfrazados, posiblemente
danzantes o brujos. En Toquepala se aprecian más de cincuenta figuras,
pintadas en rojo, amarillo, verde, blanco y negro Los animales se representaron
con gran realismo, no así los hombres, simplemente silueteados.
Al respecto, Luis Guillermo Lumbreras anota: "Nos asombran algunos rasgos
bien presentes en esas pinturas, donde el hombre, si bien aparece constantemente
y toma parte en las escenas figuradas, queda -¿intencionalmente?- representado
con torpeza. El acento aparece puesto sobre los animales, abundantes,
copiosos; la justeza de sus representaciones parece garante del aprovechamiento
que el hombre esperaba de esta copia de la naturaleza".
Los artistas utilizaron mechas de algodón como pinceles. En Chaclarragá,
gruta cercana a Lauricocha, hay escenas de caza pintadas en rojo. Éste
es el color predominante, aunque en Arequipa se han hallado pintadas
de color blanco siluetas de camélidos, felinos y aves.
El arte rupestre de los cazadores debió darse entre los 9 y 6 mil años
antes del presente. Grandes figuras de auquénidos, ya no de vicuñas
o guanacos sino de alpacas y llamas, parecen haber sido obra posterior.
El hecho de aparecer algunas hembras preñadas indica que el artista
tuvo tiempo de notar el proceso de reproducción, de lo cual se infiere
que estas últimas representaciones pertenecieron al tiempo ya no de
los cazadores, sino de los pastores.
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DOMESTICACIÓN
DE PLANTAS Y ANIMALES
Un segundo momento del proceso histórico peruano se
dio entre los 8 y 4 mil años antes del presente, y se caracterizó por
la progresiva domesticación de algunas especies animales y vegetales.
Ese fue el paso que condujo, muy lentamente, al descubrimiento de la
agricultura y la ganadería, una vez que los grupos humanos lograron
también la "domesticación" del medio ambiente.
Algunos estudiosos identifican este tiempo como el neolítico andino,
pero el término parece impropio pues aquí no se produjeron cambios significativos
en la fabricación de instrumentos de piedra, al contrario de lo que
ocurrió en el Viejo Mundo.
En virtud de ese proceso, los grupos humanos dejaron de ser simples
depredadores de la naturaleza, convirtiéndose paulatinamente en productores
de alimentos, modificando la relación con su entorno natural. Cabe destacar
que este desarrollo se dio de manera autónoma, habiendo sido los Andes
uno de los cinco focos principales que en el ámbito mundial legaron
a la posteridad tan notable progreso. Los otros fueron Mesoamérica,
Mesopotamia y los valles del Indo y del Yant Tse Kiang.
Para algunos autores, la transformación se vio favorecida en los Andes
por cambios experimentados en el medio ambiente. Se habla así de un
optimum climático, con un clima más cálido y húmedo que el actual, que
favoreció la eclosión del proceso entre los 7 y 5 mil años antes del
presente.
Parece que hace 9 mil años apareció la horticultura en el Callejón de
Huaylas. En la gruta de Guitarrero se han hallado muestras de pimientos
y judías, como especies cultivadas, con esa antigüedad. Algún tiempo
después de empezaron a cultivarse las calabazas, tanto en Ancash como
en Ayacucho.
Guitarrero fue el primer sitio de América donde se logró la domesticación
del maíz, hace 7,500 años. Un milenio más tarde la valiosísima especie
se cultivaba también en Ayacucho. El clima templado de ambos sitios
debió favorecer el tránsito de la caza a de la agricultura, pues los
animales preferidos por los cazadores habitaban más bien las tierras
altas.
Por eso mismo, fue en las punas donde se inició la domesticación de
animales, y todo indica que la forma de vida de los auquénidos influyó
en los grupos humanos para la adopción paulatino del sedentarismo. Daniélle
Lavalle explica así el proceso: "Las vicuñas, por ejemplo, viven en
pequeños grupos familiares de una docena de individuos que se desplazan
un año tras otro dentro de un territorio definido y estable. A condición
de saber moderar las bajas causadas por la caza y proteger a las hembras
y a los animales jóvenes, el hombre encuentra aquí una fuente de alimentos
segura y regular; la creciente familiaridad con los animales es sin
duda el origen del control que parece ejercerse poco a poco sobre los
rebaños silvestres a partir de los 6,500 años antes del presente, aproximadamente".
Si bien pudo lograrse algún control sobre los rebaños de vicuñas, esta
especie no pudo ser domesticada, como sí lo fueron otras dos especies
de camélidos: la alpaca y un poco más tarde la llama, entre los 6 y
5 mil años antes del presente. Se formaron a partir de entonces los
rebaños domésticos, a consecuencia de lo cual los cazadores devinieron
pastores. Hace 5 mil años, además, se alcanzó también la domesticación
del cuy, pequeño animal que vino a enriquecer la dieta de los pobladores
andinos.
Los grupos humanos fueron así modificando, muy lentamente, la base de
su economía. Parece ser que los pastores, trasladándose estacionalmente
a zonas de menor altitud, domesticaron paralelamente la papa, especie
vegetal que con el tiempo se convertiría e una de las más apreciadas
en el mundo entero. Domesticaron asimismo la quinua, la oca, el olluco
y la mashua. Pero pudo también ocurrir que el descubrimiento corriese
a cargo de los incipientes horticultores de las zonas templadas. Porque
todos los grupos humanos empezaron a practicar en los Andes el control
vertical de diversos pisos ecológicos.
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DOMINIO DEL AGUA, EL SUELO
Y EL CLIMA
Lumbreras define la neolitización como el proceso por
el cual los grupos humanos lograron dominio sobre el medio ambiente,
en función de las necesidades requeridas para su existencia: "El neolítico,
en consecuencia, es la etapa en la cual el ser humano no solamente aprende
a vivir en un determinado ambiente, sino que aprende a transformar,
a manejar las condiciones naturales en función de la producción. Es
el comienzo de todo lo que luego, de manera paulatina, irán construyendo
las sociedades".
En los Andes, a diferencia del Viejo Mundo, no fue suficiente la domesticación
de plantas y animales. Dominar el medio ambiente supuso además la necesidad
de: 1) disponer de tierras aptas para la agricultura, porque no las
había en abundancia; 2) disponer de suficiente agua, que no la había
en la cantidad requerida; y 3) conseguir un manejo apropiado, sumamente
difícil, del clima.
Los fértiles valles en los que luego florecería la agricultura fueron
en su mayoría creados de manera artificial. Tal el caso del valle de
Urubamba en el Cuzco, según explica Lumbreras: "Este valle simplemente
no existió antes de la intervención humana, pues era una gran quebrada
en forma de V. Geológicamente, corresponde a una formación relativamente
reciente. Para que se formara el hermoso valle que hoy admiramos, los
hombres tuvieron que rellenar, terracear y construir toda una serie
de inmensos muros, algunos de ellos con hasta 7 u 8 metros de altura
por 6 ó 7 de base, producto imponente del neolítico andino".
Para lograr tierras aptas para el sembrío, hubo necesidad de
aplanar el terreno: "Aplanar, un agricultor lo sabe, es limpiar el terreno
de las piedras, permitir que el agua vaya por un curso regular y evitar
la formación de ciénagas, perjudiciales para la agricultura. Se tenía
entonces que "abrir" o convertir en valle lo que era, simple y llanamente,
un cono de eyección, mal drenado, insalubre".
Sorprende advertir que ese progreso fue realizado sin una significativa
modificación de las herramientas de trabajo: "Simple y llanamente, se
siguió usando palos cavadores, sin que para este trabajo fuera necesaria
una tecnología evolutiva de metal por piedra. Nuestras tierras son blandas,
permanentemente humectadas, no revisten las condiciones de dureza que
hacen necesarios los instrumentos de trabajo que se utilizaron en Europa.
Nuestra necesidad definitivamente no fue la de crear o inventar instrumentos
que rompieran tierras duras. Nuestro problema fue, más bien, crear una
tecnología que posibilitara al agua recubrir un territorio más vasto
y que, además, no dañara los cultivos y los fertilizara permitiendo
una efectiva humectación del suelo".
Domesticar el agua significó aprender a conducirla para que regase adecuadamente
las tierras a cultivar, tarea sumamente difícil, si se considera la
topografía de nuestro territorio: "No fue cuestión de cavar simplemente
una acequia para que por ella corriese el agua, sino que la acequia
debió estar convenientemente orientada, con una pendiente graduada para
que el agua efectivamente llegase a donde se requería y en la cantidad
adecuada, porque de lo contrario el agua simplemente hubiese arrasado
con todo cultivo".
Para controlar las avenidas se inventaron entonces los drenes, conforme
anota Lumbreras: "El agua que llegaba desde la quebrada fue derivada
hacia el desierto, utilizándose la técnica de drenajes llamada de ‘canales
ciegos’, que aparentemente no conducen a ningún lado y se ‘pierden"
en las arenas del desierto’. ¿Para qué hacían esto? Como anécdota al
respecto, recuerdo que un viejo agrónomo peruano decía que el Inka disponía
de tanta cantidad de gente que, para tenerla siempre ocupada, mandaba
-entre otras cosas- hacer esos ‘canales inservibles’. Pues sería excelente
que tuviésemos ahora esos drenes -sí, eran drenes-, porque cuando por
fuertes lluvias llegaba excesiva cantidad de agua, se abrían esos canales
y el agua discurría a través de ellos, pudiendo así controlarse la fuerza
del flujo de las avenidas, evitando que se produjesen estragos como
los que causan las grandes avenidas en nuestro tiempo. Eso, desde luego,
significó una etapa de avanzadísimo proceso de domesticación del agua
y para llegar a dominar esa tecnología debieron requerirse cientos y
hasta miles de años. Porque todo eso no se aprendió de la noche a la
mañana. Hubo necesidad de muchos cálculos para establecer la relación
entre la fuerza del torrente, la magnitud de la avenida, el momento
del drenaje, etc. En la etapa de plena domesticación del agua nuestra
gente aprendió esta técnica, hoy en día por desgracia, en gran parte
olvidada y abandonada".
Aparte de "domesticar" el suelo y el agua, hubo necesidad de conocer
las variaciones climáticas, a fin de calendarizar adecuadamente el trabajo
Si lo primero había motivado el descubrimiento de la ingeniería, lo
segundo dio paso a la práctica del conocimiento astronómico: "El calendario
para un agricultor es mucho más importante que para cualquiera de nosotros.
Es indispensable para determinar en qué momento cultivar, para cuándo
está prevista la cosecha, en qué momento hay que hacer el aporque, en
qué momento el traslado de la tierra, en qué momento el riego, etc.
Esto es manejar el tiempo y lograrlo requirió de mucha observación".
Y manejar el tiempo y el clima en los Andes presentó singular dificultad,:
"Tiempo o clima pueden ser manejados con relativa facilidad en cualquier
parte del mundo. Las fases lunares nos indican periodicidades fijas,
ciclos de tiempo que podemos fácilmente determinar. La observación del
sol y las estrellas nos permite medir meses, años. El control de días,
semanas, meses y años es un control cíclico que los pueblos agricultores
del mundo entero han utilizado y utilizan. El problema está en que en
el área andina los ciclos anuales no son regulares pues abarcan lapsos
muy largos de repetición de los mismos eventos. Estos son recurrentes
mas no cíclicos. Lo hemos experimentado continuamente. Los meteorólogos
se han dado cuenta, por ejemplo, que el río Rímac, en temporadas de
lluvia, baja con gran estruendo y fuerza avasalladora por 4, 5 ó 6 años.
Luego disminuye su intensidad y su caudal se normaliza por los siguientes
4, 5 ó 6 años. Después vuelven a producirse grandes torrentes. Estas
avenidas desbordantes, entonces, no se repiten con la misma manera intensidad
cada año. Registrar eso fue y es fundamental. Para los primeros agricultores
fue vital, ya que determinó no sólo el adecuado manejo del tiempo sino
también del agua.
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PRESERVACIÓN DEL ENTORNO
NATURAL
Los grupos humanos del neolítico andino –en los períodos
que algunos arqueólogos llaman lítico, arcaico y formativo inicial-
aprendieron a preservar el entorno natural. Esto no significa que lo
mantuvieran intangible, sino que inventaron técnicas de trabajo para
el manejo racional del medio ambiente.
Alcanzando dominio sobre las condiciones de vida en determinado lugar,
domesticando su fauna, flora, suelo, agua y clima, dieron el paso decisivo
que los convirtió en creadores de la cultura.
Debe corregirse el extendido criterio que al describir la cultura coloca
el énfasis en su cerámica, arte textil o arquitectura. Esas creaciones
pudieron ser maravillosas, pero lo fundamental fue la capacidad que
adquirieron los grupos humanos para someter el medio ambiente a sus
necesidades materiales.
Admira comprobar que nuestros ancestros alcanzaron
tal progreso sin atentar contra el ecosistema. Al contrario, se esforzaron
por preservarlo, entendiendo que dependía de él su propia supervivencia.
Con el paso del tiempo no sólo lo transformaron adecuadamente, sino
que lo reprodujeron, ampliando las zonas de vida. Ésa fue la más alta
expresión de este proceso, permitiendo el desarrollo de la sociedad.
La evidencia arqueológica señala que, con excepción del valle del Mantaro
y una parte del de Cajamarca, de formación natural, todos los demás
fueron transformados por obra humana, creándose de manera artificial
numerosas áreas aptas para el cultivo. Un portento que se inició en
el neolítico andino.
El proceso continuó progresivamente en los siguientes milenios, hasta
que fue bruscamente interrumpido con la llegada de los invasores españoles:
"En los Andes –dice Lumbreras- en ningún momento se detuvo la investigación,
investigación agraria, investigación tecnológica, investigación manufacturera,
que estaba en pleno desarrollo cuando los invasores llegaron de España,
para poco después obligarnos a abandonar esas creaciones".
A consecuencia de ello, trastornado el proceso autónomo, los logros
del neolítico andino fueron olvidados. La dominación española descuidó
la producción y obligó a buscar otras formas de supervivencia, olvidándose
las enseñanzas, las experiencias y el trabajo de miles de años de cultura
de extraordinaria vigencia.
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LOS RECURSOS DEL MAR
Grupos humanos asentados en las zonas costeras lograron
en el neolítico un adecuado uso de los recursos del mar. Su riqueza
permitió la formación de centros densamente poblados, aglutinados alrededor
de las caletas de pescadores. El mar proveía de fuentes alimenticias
suficientes para una vida confortable, pero no por ello se abandonó
la recolecta de especies vegetales comestibles que crecían en valles
y lomas. En un momento posterior, la horticultura primero y luego la
agricultura permitieron el surgimiento de sociedades más complejas.
La existencia de los recursos marinos, precisamente, permitió que los
grupos humanos, teniendo garantizada la alimentación básica, se enfrentaran
a grandes retos, como convertir en tierras fértiles los grandes arenales,
creando los valles de la costa.
De los tiempos del neolítico data el intercambio de productos a largas
distancias y son precisamente los recursos del mar sus mejores testimonios:
"El registro arqueológico –explica Lumbreras- nos indica que en las
cuevas de Lauricocha, a 4300 metros sobre el nivel del mar, la gente,
antes del descubrimiento de la agricultura, comía pescados y conchas
de mar, probablemente salados y secos. En Kotosh, sitio cercano a Huánuco
-considérese la distancia al mar- alrededor del 3000 antes de nuestra
era, . la gente comía lornas, conchas y choros, en abundancia. En Chavín
no constituían potajes especiales los mariscos y otros peces; en una
excavación que hicimos en esa zona encontramos que de las veinte especies
de peces que esa gente consumía, dieciocho eran del mar y sólo dos de
río. Estamos hablando entonces de un país esencialmente marítimo, desde
siempre".
El intercambio económico nos da una clara idea de que algunos grupos
humanos se trasladaban de uno a otro ecosistema, tal vez temporalmente,
pero de cualquier forma descubriendo nuevos territorios. El contacto
con otras gentes y el intercambio de experiencias, amplió con toda seguridad
el conocimiento geográfico.
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EXPANSIÓN DE LA VIDA ALDEANA
La intensificación del aprovechamiento de los recursos
marítimos se produjo paralelo a una merma de la actividad venatoria
y a los primeros intentos de horticultura, desde hace unos 7 mil años.
El cambio hizo que los grupos humanos, al hacerse más sedentarios, aprendieran
a cercar el espacio que ocupaban. En otras palabras, de entonces datan
los primeros conjuntos de viviendas que luego darían origen a las verdaderas
aldeas.
En la bahía de Paracas se han encontrado vestigios de chozas fabricadas
hace 7 mil años. Se trataba de viviendas semisubterráneas, estructuradas
con costillas de ballenas, palos y recubiertas con haces de juncos y
totora. Otro fue el material utilizado por el pueblo de horticultores
que vivió en Cerro Paloma, cerca de Chilca, también hace 7 mil años.
Allí hay evidencia del uso de piedras para cercar pequeños habitáculos.
Un milenio más tarde surgen primitivas villas en Chilca y Lurín, cuyas
gentes practicaron relaciones grupales.
Hace 5 mil años la práctica extensiva de la horticultura permitió la
consolidación del sedentarismo. Ello está probado con la presencia de
poblados permanentes entre las cuencas de los ríos Chicama y Asia, en
el litoral del Pacífico: "La seguridad en el abastecimiento de subsistencias
trajo consigo el desenvolvimiento de otros rubros culturales, entre
los que contamos la construcción pública monumental y el nacimiento
de aldeas marítimo-hortícolas", anota al respecto Alberto Bueno.
En la costa se escogieron sitios con accesibilidad a las fuentes de
recursos del mar y de los valles. En la sierra las poblaciones se asentaron
en las quebradas consecutivas, valles interandinos y altiplanicies con
pastos.
Las más antiguas edificaciones monumentales, una especie de primitivas
pirámides, han sido halladas en Morín y Cerro Pajillas, dos sitios cercanos
al río Chuquicara en la sierra norte (Ancash). Un conjunto más complejo
es el de La Galgada, en la cuenca del mismo río, al norte del Cañón
del Pato, con una datación que va de los 5 a los 4 mil años antes del
presente. Allí se advierte la presencia de construcciones piramidales,
templos y casas en su entorno.
La evidencia arqueológica permite inferir la existencia de grupos familiares
conformando una comuna con dirección política: "Los templos –explica
Bueno- funcionaron como agentes gregarios, sede de eventos especializados,
cuyas actividades ceremoniales permitieron diferenciar al conductor
comunal temprano por su dedicación a comprender e interpretar los fenómenos
naturales, observar los astros, ciertos ciclos biológicos sencillos
y determinar sobre aspectos del comportamiento comunal dentro de sus
parámetros culturales".
Otras aldeas de ese tiempo fueron Aspero, en Supe; Huaricoto, en el
Callejón de Huaylas; San Jacinto, en Chancay; Chocas, Huacoy, Garagay
y El Paraíso, en el Chillón; La Florida, en Lima; Yanacoto, en Chosica;
Mina Perdida y Manchay, en Lurín, etc.
Entre los 4,500 y 3,500 antes del presente aparecen aldeas de mayor
extensión, con templos de plataformas escalonadas que empiezan a distanciarse
notoriamente del resto de viviendas. Huaca Prieta (La Libertad), La
Galgada, (Ancash), Chuquitanta (Lima) y Kotosh Mito (Huánuco) tuvieron
centros ceremoniales cuya influencia pasó del radio local al regional.
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SURGIMIENTO DE LA SOCIEDAD COMPLEJA Y
NO IGUALITARIA
Hace 4 mil años empezó a practicarse en esas aldeas la alfarería,
proceso que coincidió con la difusión del cultivo del maíz y el algodón
en la costa. Algunos autores creen que el algodón se cultivó desde mucho
antes, por un hallazgo de la especie en el sitio de Siches (Talara),
con una antigüedad próxima a los 5 mil años. En Chicama, Ancón, Chillón
y Chilca el cultivo del algodón precedió a la adopción de la cerámica.
El testimonio más antiguo de práctica ceramista procede de Kotosh Wayrajirca
(Huánuco) y tiene 3,800 años. La adopción de recipientes de cerámica,
sustituyendo a las calabazas y a los recipientes de cuero que se habían
usado hasta ese momento (y que después no se descartaron del todo),
tuvo singular importancia, pues la posibilidad de cocinar los alimentos
fue propicia para el elevamiento de los niveles de vida.
No sólo se alargó el ciclo vital sino que también se produjo un aumento
de la densidad demográfica. El trabajo colectivo de las comunas posibilitó
el incremento de las tierras de cultivo y el trazado de las primeras
irrigaciones, incrementándose la producción.
Surgieron entonces variados niveles de adelanto artístico. La arquitectura
con el empleo de la piedra o el adobe se puso de manifiesto en templos
de mayor imponencia, en los que se empezó a practicar, además, la escultura
y la pintura parietal y figurativa. Sechín en Casma y Moxeque en Nepeña
son dos de sus sitios representativos. De otro lado, se practicó el
arte textil decorativo utilizando la lana y el algodón pintado de diversos
colores.
Los grabados de los muros pétreos de Sechín describen a una sociedad
bastante más compleja: "Grafican -dice Bueno- motivos exclusivamente
antropomorfos, entremezclando marciales figuras completas de guerreros
poderosos, con descuartizados, heridos, ciegos, desdentados, seccionados
por el medio cuerpo, decapitados, descarnados, etc., infiriéndose un
paño murario que describe a vencedores y vencidos y lo cruento de la
matanza consiguiente o quizá los resultados de la occisión ritual".
La presencia de sanguinarias escenas pareciera indicar la imposición
del terror por parte del grupo social que alcanzaba la preeminencia.
Según Alberto Bueno, aparecieron entonces los señores de la guerra:
"Es informativa sobre una jerarquización social drástica que se iba
alcanzando en algunos valles, donde estaba desarrollándose un temprano
militarismo, cuyo dominio se basaba en las acciones ejecutadas por los
señores de la guerra sobre el campesinado de economía autosuficiente".
Pero, utilizando o no la guerra como mecanismo coercitivo, la primera
clase dominante la conformaron los sacerdotes, respecto a lo cual Daniélle
Lavalle anota: "En el marco de una organización sociopolítica, sin duda
alguna más evolucionada, apoyada en una economía en la que agricultura
y la ganadería han llegado a ser complementarias, este poder habría
podido concentrarse progresivamente en las manos de una élite (¿religiosa?)
encargada de controlar la producción, de distribuir las tareas y los
bienes, dentro de un marco regional cada vez más amplio".
Esos líderes, tal vez utilizando guerreros que emplearon como guardianes
del templo, iban a concentrar un poder que supuso la lucha por el dominio
de la fuerza de trabajo, según nos explica Rosa Fung Pineda. Para lograrlo,
otorgaron especial importancia a la integración de varios pueblos en
torno a un culto principal, solicitando primero y luego exigiendo la
tributación de los campesinos, en un principio prosélitos y más tarde
esclavos. El proceso histórico, en consecuencia, derivó en el surgimiento
de sociedades teocráticas. Y Chavín iba a manifestarse como su máxima
y final expresión, como la plenitud compleja de los modelos que lo precedieron.
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