PUEBLO
Y FOLKLORE
Por. Efraín Morote Best
Pueblo
es un alguien históricamente determinado.
Un alguien mayoritario, productivo, despojado, ayuno de poder, colocado
frente a un otro alguien minoritario, improductivo, expoliador, dueño
del poder y usufructuario de las ventajas que su posesión trae
consigo.
Es un alguien que, por la situación especial en que su lugar
de clase lo coloca, desarrolla un conjunto de aptitudes que supone fiadoras
de la existencia humana; aptitudes éstas entre las cuales, una
de las más importantes, es la orientada a la conservación
selectiva más o menos prolongada, de un algo del patrimonio cultural
y social de etapas históricamente superadas.
Un alguien que, pese a tener presencia objetiva en un momento histórico
concreto y en un ambiente geográfico y social con peculiaridades
precisas, se torna supranacional en tanto portador de aspiraciones humanas
elementales, esencialmente semejantes a las de cualquier otro alguien
con presencia objetiva en otro momento y otro ambiente, pero signadas
por condiciones económico-sociales básicamente similares.
Un alguien que, por las características anteriores, gesta, de
consuno con todos los otros alguien similares del mundo, una humanidad
libre, justa, laboriosa, fraterna, pacífica, beneficiaria selectiva
tanto del patrimonio acumulado para sostener el peregrinaje y las luchas
de los desposeídos de la tierra, como el otro patrimonio que
acumularon los poseedores, y el que aquellos fueron segregados, para
hacer con las aguas de las dos vertientes, un caudal de paz y bienestar
material y espiritual, que deje al pasado escindido como un capítulo
de la prehistoria humana, ignominioso, pero necesario en su hora y ejemplarizador
para el futuro.
Los enunciados anteriores resuelven problemas conceptuales básicos,
pero, desde luego, no todos los otros de carácter histórico,
geográfico-humano, sociológico, psicosocial, etc., que
plantean tanto cada componente individual de la tradición como
el conjunto de componentes orgánicamente integrados en la conciencia
social de cada pueblo en particular o en la de todos los pueblos del
mundo en conjunto.
El esfuerzo del Folklore como ciencia histórico-social sólo
puede justificarse por el desentrañamiento de lo desentrañable
en ese mar de problemas que, sin duda, hacen parte importante de los
días que se fueron, de los que pasan y de aquellos cuyas auroras
ya se vislumbran.